Ejemplos históricos de abdicaciones Diocleciano (emperador romano). Fue uno de los primeros soberanos en abdicar voluntariamente, en el año 305, por motivos de salud y presión política. Cristina de Suecia. Abdicó en 1654, coincidiendo con su conversión al catolicismo. Carlos I de España. En 1556 abdicó en favor de su hijo Felipe II y se retiró al monasterio de Yuste. Felipe V de España. Abdicó en 1724 en favor de su hijo Luis I, aunque tras la muerte prematura de este, volvió al trono. Nicolás II de Rusia. Abdicó en 1917 durante la Revolución rusa, en un intento fallido de salvar a su familia y la monarquía; poco después, él y su familia (los Romanov) fueron ejecutados. Napoleón I Bonaparte. Abdicó en 1814 tras ser derrotado militarmente, aunque regresó brevemente al poder antes de su derrota final en la batalla de Waterloo. Isabel II de España. Abdicó en 1870 tras la Revolución de septiembre de 1868, que la llevó al exilio. Abdicación de Bayona (1808): En este episodio, Carlos IV y Fernando VII de España renunciaron sucesivamente al trono ante la presión de Napoleón I Bonaparte, quien colocó a su hermano José I Bonaparte como rey de España. Estas abdicaciones son consideradas forzadas y estuvieron marcadas por la intervención extranjera y la crisis dinástica. Eduardo VIII del Reino Unido. Abdicó en 1936 para poder casarse con Wallis Simpson, una mujer estadounidense divorciada, lo que generó una grave crisis constitucional en el país. Juan Carlos I de España. Abdicó en 2014 en favor de su hijo Felipe VI, tras un largo reinado y en un contexto de pérdida de apoyo y escándalos personales. Beatriz I de los Países Bajos, Alberto II de Bélgica, y otros. En las monarquías europeas contemporáneas, la abdicación se ha convertido en una práctica relativamente común para facilitar la sucesión y el relevo generacional.