El testamento de Alfred Nobel, leído el 30 de diciembre de 1896, asombró a la humanidad. la inmensa fortuna acumulada por el inventor de la dinamita sería destinada a premiar la labor de aquellos hombres que, con sus descubrimientos y sus desvelos, contribuyeran a forjar un mundo mejor. Los albaceas de Nobel, después de vencer numerosas dificultades, siguieron hacer realidad el noble deseo, y así, desde 1901 hasta la actualidad, han sido numerosos los premios concedidos a aquellas personas que más han destacado en los campos de la física, la química, la físiología y medicina, la literatura y la paz, premio este último el más apreciado por Nobel. Muchos años después, en 1969, el Banco Bentral de Suecia otorgó el premio de ciencias económicas en memoria de Nobel.
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