Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS)

Antiguo hospital de San Carlos

El edificio que alberga el museo Reina Sofía surgió de la remodelación del antiguo Hospital General de Madrid, también llamado Hospital de San Carlos. La existencia del Hospital General se remonta a tiempos de Felipe II, cuando ya existían en esta zona una serie de edificios destinados a la curación de enfermos, todos ellos bajo la protección de órdenes religiosas. Durante el reinado de Fernando VI se decidió la construcción en Madrid de un gran hospital, cuyo arquitecto fue inicialmente Ventura Rodríguez, pero su proyecto fue desechado por escasa funcionalidad. Recogió el testigo José de Hermosilla, quien comenzó la cimentación y alzado de algunos pabellones, pero a su muerte la obra quedó interrumpida. Cuando Carlos III llegó al trono ordenó la continuación de los trabajos y encargó la obra a Francisco de Sabatini, quien derribó todo lo construido hasta entonces y comenzó la ejecución de su proyecto, un conjunto ordenado en torno a cinco partios donde se localizaban las diferentes salas hospitalarias, proyecto que sin embargo no llegó a completarse. En 1781 se terminaron las obras del edificio actual, aproximadamente una tercera parte del proyecto completo, que quedó interrumpido definitivamente a la muerte de Carlos III, en 1788. Ello impidió la construcción de la monumental fachada principal que debía dar a la calle de Atocha. De ahí que lo que debía ser una fachada interior, en línea con la calle Santa Isabel, sea hoy cara principal del Centro. Hasta 1965 el edificio albergó el Hospital General de Madrid, que llegó a tener 2.000 camas y que a al principio solo admitía hombres. Durante este tiempo se realizaron diversas reformas y ampliaciones, entre ellas la nueva planta que se añadió en 1928. Con el traslado de la sede del Hospital a la Ciudad Sanitaria Provincial, el edificio sufrió un total abandono hasta el punto que se pensó en su demolición. En 1969, el arquitecto Moreno Barberá presentó un informe a la Diputación Provincial, en el que decía que el edificio no constituía "un monumento a conservar". Alertada, la Dirección General de Bellas Artes solicitó su declaración como Monumento Histórico Artístico, lo que finalmente se produjo por un Real Decreto de 9 de diciembre de 1977. Al haber sido adquirido por el Estado en 1976, por cerca de noventa y cinco millones de pesetas, quedó adscrito al Ministerio de Cultura.

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